PENSAMIENTOS Y PRECEPTOS
Hacer de cada espacio donde se esté, un lugar limpio, aireado, claro, un oasis para uno mismo y para los otros.
Un lugar en el cual no entre el ruido inútil.
Observar las disciplinas humildes. Fidelidad en las pequeñas cosas.
Dejar cada recinto, cada objeto, más limpio, en lo posible más agradable a la vista que antes de haber ingresado en él, de haberlo tocado. [...]
Jamás dejar tras de sí un trabajo sin terminar que otros tengan que realizar en lugar nuestro. [...]
Tomar un poco de vino en la noche, como una deliciosa medicina.
La cerveza, alimento líquido. La sidra, esencia del vergel.
El té, caricia de Buda. Estimulante ligero, apoyo casi espiritual.
El café, auxiliar casi ya demasiado fuerte. Un poco, en la mañana, pero con intervalos durante la jornada, en caso de gran fatiga. [...]
Cuando era joven, amaba bastante el pintalabios y el rubor en las mejillas que enciende el color de los ojos. Ahora no, o casi nunca y apenas. Que nuestro último rostro sea visto tal y como es.
Aceptar la enfermedad. Tres palabras. Cada letra de esas tres palabras representa millares de esfuerzos. [...]
Hoy vi la sabia rana sobre la roca, al borde de la toma de agua en el jardín. Inmóvil, como mineral, bebiendo la luz y el aire, muy antigua y venerable criatura dotada con una sabiduría anfibia. Y tan lejos de mí que no existe medio alguno para hacerle percibir mi amistad por ella.
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Un sabio griego, Bion, [...] habría dicho la siguiente frase: «Los niños matan a las ranas por juego, pero ellas mueren de verdad». Para explicar a los niños por todos aquellos que se ocupan de la infancia. [...]
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Más allá del dolor y la alegría, la dignidad de ser. [...]
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No sientas fastidio por la condición humana, por lo poco que en adelante ella te dé. Bien parece que el estado de ser humano es el único en el que se aprende a pensar.
Mas ante cada fatiga, ante cada dolor inesperado, ante cada síntoma que se agrava de un mal conocido, imagina que tal vez ya no tengas necesidad alguna de vivir.
Todo es mentira, y todo lo que dirán de ti, aun aquellos que creían amarte o pensaban que te conocían, será en gran parte falso. Maya eterna.
Nada habré amado tanto como aquellos encuentros a través de los muros de las especies; el ave que nos habla o que se posa en nuestra mano, la ardilla poco temerosa, el perro amigable. Tal vez más bello aun cuando simplemente viven ante nosotros sin conocernos, y que les importamos tanto como la rama de un árbol.
Si tuviera un consejo para dar a un ser joven y del cual respetara la inteligencia, el ardor o la valentía, le diría: «No te apegues. No te apegues nunca. Demasiadas servidumbres encontrarás en tu vida que te forjarás libremente y al azar, y sin saber adónde te conducirá el compromiso asumido. Por el bien de los otros como por el tuyo propio, no te apegues. La desdicha consiste en que se requiere haber estado frecuentemente apegado para conocer el precio de no estarlo».
La atadura exterior tan sólo se siente, en cualquier caso, cuando el lazo interior se ha gastado o se ha roto.
Pero, por otro lado, quien no se apega sólo conoce lo más superficial de los seres. [...]
La libélula con cuerpo de coral, de un rosado visible solamente cuando se posa sobre mi mano. Durante el vuelo, la gasa de sus alas lo recubre.
".... Tal vez la criatura yourcenariana que va más lejos en el camino de la sabiduría sea Nathanael, uno de sus últimos personajes ..." http://www.revistanumero.com/30marga.htm
3 comentarios:
Nos mantendremos desapegados mientras nos dejen.
Hola, gracias por la visita, me quedaré un rato por acá.
Saludos,
OA
Gracias a ti por quedarte un rato acá en mi planeta.
V
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