18.6.08


Foto y arte: Lucrecia Díaz


Los escritores, cuando pasan, tienen la obligación de morirse, o al menos, de callarse. Si no, les sucede lo que a ésos, que se emperran en seguir con lo suyo y lo suyo ya está muerto. Pero acaparan la fama, la gente los cree, y se les niega todo a los verdaderamente vivos, que son los jóvenes.

Gonzalo Torrente Ballester. Fragmentos. (de pocas líneas).


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